viernes, 14 de noviembre de 2008

Gato

I.- Mamá y los gatos
Gato y su hermano aparecieron en el sofá del patio y desde ese día no dejaron de maullar.
A mamá nunca le han gustado los gatos, por lo que no quería darles de comer, esperando a que se cansaran y se fueran. Ella es de ese tipo de personas a las que dan ganas de abrazar por su antipatía y en consecuencia, los gatos la amaban. Cada vez que mamá salía a colgar la ropa los gatos la perseguían, se le guindaban de los pantalones y maullaban. Y maullaban. Y entonces mamá los regañaba y ellos hacían silencio.Pero mamá no quería ceder. Antes habíamos tenido malas experiencias con los animales y ella no quería volver a encariñarse con ninguno. La situación generó una especie de división en la familia. Algunos sentíamos remordimiento por los pobres gatos y otros eran partidarios de continuar con la huelga de hambre. Mamá no quería ceder, estaba TERMINANTEMENTE PROHIBIDO alimentarlos. El hermano de Gato no aguantó la huelga y se fue. Gato continuó maullando. Y maullando. Y persiguiendo a mamá. Y guindándose de sus pantalones. Hasta que mamá se ablandó un poco. Le dio cosita pues. Después de todo, había que reconocer la perseverancia del pobre animal. Así que mamá le daba de comer y le hablaba. Él la acompañaba cuando sacaba la ropa. Y maullaba. Y se le guindaba de los pantalones. Y mamá se reía. Pero Gato, le estaba dando alergia

II.- Gato y yo
Cuando la familia se fue de viaje, Gato y yo nos quedamos solos en la casa. Yo creí que era niña y como nadie le había puesto un nombre comencé a llamarlo Sofía. ¡Ay qué linda mi Sofi!, Sofi ven a comer, ¡Sofía no me claves las uñas!.
Recuerdo cuando un amigo me explicó que eso que le estaba saliendo entre las piernas significaba que no era niña de ninguna forma. Y me molesté. ¡Sofía era un nombre tan bonito! ¡Yo quería que fueras niña!, ¿cómo te voy a llamar ahora?. Y lo llamé Gato.Gato era muy cariñoso. Yo le hablaba mientras hacía las labores de la casa y él se escondía entre mis pies. Pero a veces me
acosaba. Un gato stalker o psicogato. Si yo no daba señales de vida él se a parecía en la ventana y tocaba el vidrio. Si yo salía, él maullaba hasta que dejaba de verme. Si yo regresaba, él me saludaba desde la ventana. Pero no me molestaba en lo absoluto, sabía que él sentía una enorme necesidad de cariño.

III.- Adiós Gato
Hoy me acordé de ti Gato, ¿cómo estarás?, te extraño.

2 comentarios:

Luis! dijo...

Hola Ana, primer post tuyo que leo y me gustó. Seguiré pasando por estos lados a ver qué se cuenta. :-)

Lectorizador dijo...

Miau... :*