Imagen: San Xenxo.
La tarde era anaranjada y él tomaba sidra en el balcón. Quizás porque había notado mi pesar, me sirvió una copa y me pidió que me sentara. Entonces rompió el silencio y dijo:
-Yo he tenido tres amores en mi vida, ¿alguna vez te lo he dicho?-.
-No, no lo creo- le contesté.
Él había estado enamorado tres veces. Ahora estaba casado y tenía hijos y se había resignado a la vida desde hace mucho. Su esposa no era ninguna de ellas y todas ellas eran todas una misma.
-¿Nunca tuviste ganas de gritárselo al mundo?-, le pregunté.
Y me respodió que no era necesario. No necesitaba contárselo a nadie.
-Para esa clase de amores sólo basta recordar y sonreir.
2007
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