Si me hubiesen preguntado hace algunos días qué titulo le daría a mi vida, la respuesta seguramente habría sido Una serie de eventos desafortunados. Aunque la respuesta puede sonar un tanto pesimista para algunos, una cadena de sucesos como: caerme de las escaleras y lastimarme el pie, accidentarme en la autopista (incidente que tuvo como consecuencia dos heridos y mi presencia en una jefatura), una acumulación de deudas económicas y una lista interminable de accidentes me hizo creer que definitivamente estaba -como se dice coloquialmente- empavada.
En vista de esta situación, uno de mis compañeros de trabajo me regaló un mandala para que lo colocara debajo de mi cédula como protección y otra compañera se me acercó hace unos instantes para darme una foto de la Divina Pastora "para que te proteja". A pesar de que no soy de ese tipo de personas que cargan vírgenes encima ni pertenezco a la cultura budista o hinduista, me siento tranquila y feliz de haber recibido esos regalos, no por lo que son sino por lo que representan.
Al final de todo, no importa en qué creamos, sino que seamos conscientes de que nuestros deseos transmiten energías positivas y negativas para las personas que nos rodean y que debemos usar esas energías de la mejor manera. Mis amigos han tratado de transmitirme sus mejores deseos y estoy segura de que además de ser un gesto bonito, es una de las cosas que realmente me protegen.
Otra historia de protección
Un chico de Nepal, que vino desde EEUU para hacer unos trabajos con nuestra empresa, perdió su visa estando en Venezuela y tuvo que pasar con nosotros esas navidades que él no celebra. Cuando le pregunté qué había sucedido con ese asunto, me contestó que ya le habían dado la visa "thanks to your good wishes".
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