lunes, 23 de noviembre de 2009

De transfiguración

Yo que te buscaba entre las hojas del bosque, cual Alicia persiguiendo a un conejo, y tú que te ocultabas detrás de un árbol oscuro y fornido. De la silueta del tronco fuiste asomando poco a poco tus pestañas negras, tus grandes ojos azules, tus rizos dorados y tu cara de niño. Tan pequeño, sólo eras una criatura perdida, que confesaba haberse robado la identidad de alguien más. No traías contigo rastros de ti, más que tu propio nombre: era el perfecto disfraz para cubrir un atardecer onírico de inocencia.

No hay comentarios: