Los antiguos griegos solían decir que "los amados de los dioses mueren jóvenes, porque así se convierten en leyenda y se marchan sin haber perdido la vitalidad en el rostro y la alegría en el corazón... "
Hoy te busqué en el jardín por largo rato, caminé entre las ramas de los pinos y las placas de metal, que ya había visto tantas otras veces. Di vueltas en círculos y busqué referencias entre las plantas, sin resultado. En desespero, grité tu nombre, y cuando bajé la mirada, apareciste frente a mi. Ahora tengo la esperanza de que puedes escucharme.
Te dejé una libélula azul como compañía...
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