domingo, 13 de junio de 2010

El Cuentista y el Poeta

Escribir en primera persona expone a que el lector le pregunte al poeta: ¿qué quisiste decir cuando escribiste...?, por ejemplo.

Julio entró en la oscura taberna del hotel y tomó asiento en un banco de la barra. Los tres días que había pasado viajando para dictar conferencias lo habían dejado completamente exhausto y con ganas de perderse entre la gente.
Las luces rojas del fondo del bar forjaban la sombra de un tipo barbudo, que se encontraba sentado a su lado y meneaba suavemente una copa de vino tinto con la mirada fija en el vacío.
-Pide un trago- dijo el tipo rompiendo el silencio. -Es mejor que te lo tomes tú, a que inventes a algún valiente que se enfrente a la resaca.
Julio soltó una carcajada breve y seca, miró de reojo al tipo y se acomodó el cuello de la camisa de poliéster -No imagino cómo lograste que entendieran que quería esa copa- contestó, y pidió un tarro de cerveza. -Cóbrese el trago de mi amigo también, después de todo, la gente que se dedica a las instrospecciones no gana mucho dinero. "El año que es abundante en poesía, suele serlo de hambre", ¿no es cierto?.
-Eso dicen. El hombre barbudo meneó nuevamente su copa y con expresión sarcástica, dijo: -Brindo por el éxito del arte, aún cuando este no implique su calidad. Así, usted podrá brindarme más tragos en el futuro.
Julio alzó el tarro como muestra de aceptación del brindis. -Me parece curioso que los viejos poetas todavía pretendan que cambie la naturaleza del Ser Humano por unas cuentas letras, cuando todos sabemos que la poesía no es más que el divertimiento de los burgueses.
¿Cree?- dijo el viejo barbudo, -no sabía que representáramos tanto poder de cambio. Pero, ¿no acaba de decir hace un segundo que no tengo ni dónde caerme muerto?.
Como si no hubiese escuchado esto último, Julio respondió: - Nuestra diferencia como escritores es que usted desea dar su verdad, cuando yo me empeño en describirla. Yo Admito que la poesía es imprescindible... pero aún no sé para qué- dijo riendo.
El viejo poeta encendió un cigarrillo. Con el techo cubierto de siluetas grises cual cielo de Van Gogh, contestó:
-No valdría la pena tratar de explicarte algo que ya sabes.
- Senor Fernando, usted nunca dejará de ser un idealista ¿verdad?.
-Eso sería como pretender que tú dejaras de ser tan arrogante, ¿Cómo te trata la vida Julio?, no esperaba encontrarte por aquí.

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