Ya no queda ni la rabia.
Cuando Dios decide ponernos la
verdad frente a la cara.
Cuando el dolor es una alerta
que nos llama para despertarnos.
Cuando la incredulidad
nubla,
lo que la cabeza no entiende,
y el pecho queda vacío
y no se derraman
los párpados.
Cuando se sobrepasan los límites,
y la dignidad,
no es otra cosa,
no es otra cosa,
que un hoyo negro
en el estómago.
Cuando prefiero
que no regreses.
Otra vez.
en el estómago.
Cuando prefiero
que no regreses.
Otra vez.
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