Caminemos juntos. Recorramos las plazas asoleadas y tomemos una foto de algo que nos pareció curioso. Sentémonos en la grama y fumemos un cigarrillo. Le diré cómo fue que me enamoré de usted, aquel día cuando me encontró sentada en un banco y yo observaba a las palomas. Le contaré cómo añoraba ser el motivo de sus más complejas palabras y usted me dirá que las palabras se despegan de los labios sin referirse a nada. Le pediré que soñemos con dormir, rozándonos sin tocarnos... y después haciendo mucho. Su pecho se acoplará a mi espalda y sus manos no harán ruido para deslizarse por mis piernas. Hablemos hasta el amanecer o mejor aún, compartamos un silencio, de esos poco frecuentes, que pasan cómodos en el tiempo. Le diré lo que hubiera querido oirme decir hace mucho. Usted me dirá que al lugar donde fuimos felices no debemos tratar de volver. Le diré que lo extrañaba y cómo se evoca su silueta cada vez que la noche es tormentosa. Usted no contestará. Sabe que su misterio me enamora. Imagine que nos conocemos...
1 comentario:
Deseo no sólo imaginarte, conocerte ha de ser como mimarte...
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