Podría ser que el escudo ha ido creciendo, con él, contigo y con todos, y ahora los golpes pasan levecitos, como por debajo de la piel. Puedo hacer que no sé y ni siquiera pensar que no pasa nada, sólo sonreir un poco, dejar que la vida camine a su propio ritmo y pretender, siempre pretender que esos nada nunca duelen. Cuando sé, sólo yo, que se vuelven pequeños dolores en el pecho que se escurren con el agua y una buena siesta. Latidos que ya ni se escuchan y yo aquí tratando de explicar la indiferencia.
1 comentario:
que se vuelven pequeños dolorcitos en el pecho que se escurren con el agua y una buena siesta.
BRAVO! :)
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