No olvides.
Cuando caigas
en la más profunda tristeza,
por favor no olvides.
Esas noches que rezabas,
con lo poco que te quedaba de fe,
y le pedías a Dios
que el miedo de reabrir las heridas
fuera más fuerte
que el miedo a la soledad.
Para que nunca más quisieras
volver.
No olvides tu propio cuerpo
tembloroso
por las mañanas
cuando caías en cuenta
de la realidad.
Los nervios, la angustia
y la rabia.
Las noches en vela entreteniéndote con
historias de personas
que estaban,
incluso peor que tú,
sólo para anestesiarte un poco
durante los insomnios.
Recuerda quien eras antes del tumulto
y los enredos.
La seguridad con que solías
levantar tus pies.
Que nunca es tarde para
mantenerse vivo.
A pesar de que ahora sólo seas un fantasma.
Jamás olvides aquella noche cuando
despertaste del delirio,
tras el espanto de ver
tu propio reflejo,
frente al espejo,
destruido.
2 comentarios:
Qué fuerte...
Anita de mi vida. Hermoso, fuerte y sincero. Me recuerda a varias de nuestras conversaciones. Mantente firme :)
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