Foto: laura makabresku
No hay deseo, niño, que no sea una locura.
Luego del amor, vendrá el amor
-o se detendrá el tiempo ahí
lastimándonos
aburriéndonos-
y así, sucesivamente
contaremos la vida en sexos,
en genitales que nos gustaron
más o menos.
No hay deseo, niño, que sea paciente
aunque el amor pueda ser discreto
y mentiroso,
el que ama va siempre
herido
a consecuencia de su propia
pasión.
No hay deseo, niño, que no cele
que no lastime
que acuerde/
El deseo es siempre un desacato
perseguir lo que no se tiene
lo que huye.
Es como la fe, niño,
el amor y
el deseo es como la fe.
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