Los que excavan
La verdad tiende a mostrarse ante nosotros de manera superficial y, en la mayoría de los casos, no ahondamos más. Pero a veces, sin que lo pidamos, algunos pedazos salen a flote y nos muestran hechos que no queríamos saber en un principio pero que encienden nuestros sensores y nos indican que hay algo fuera de lugar. Entonces, comenzamos a indagar... a excavar.
Las excavaciones traen consigo consecuencias severamente negativas. La primera, es que nunca encontraremos una verdad satisfactoria a través de ellas. La segunda, es que las verdades no satisfactorias que encontremos traerán consigo un alto grado de dolor emocional y a su vez generarán una obsesión por seguir excavando. Las consecuencias de esto no es necesario describirlas: celos sin motivo, inseguridad, desconfianza, predisposición, incredulidad...etc.
Los que cavan
Hay un miedo por enfrentarse a lo cierto, por la reacción a la acción y por las consecuencias de los actos, que motiva a la gente a mentirnos descaradamente. A tontearnos, como dicen algunos. A no darnos la alternativa de elegir si queremos estar con alguien a pesar de cualquier cosa de la que pudiéramos enterarnos -sin haber excavado- o si preferimos irnos porque no somos capaces de soportarlo. Y nos sentimos estúpidos. Porque en el fondo, teníamos el derecho a estar en desacuerdo con algo, a molestarnos, a pelear en contra de lo que no nos parece: No importa si el sexo fue sin amor si ambos estuvieron de acuerdo. Lo importante es no llenarle la mente a los demás con falsos recuerdos de amores que nunca existieron.
Las excepciones
Creo que una de las mejores satisfacciones que nos da la vida, son esas verdades bonitas que salen a flote cuando menos lo esperamos y que sin importar cuanto excavemos, permanecerán en su condición. Que por ser tan bellas ni siquiera nos producen la necesidad de excavar. Esas verdades que recordamos sonriendo. Esas verdades que son pocas y casi ningunas, como aquella vez que supe que si me quisiste, a pesar de que ya te habías ido.