domingo, 28 de marzo de 2010

jueves, 25 de marzo de 2010

A veces te veo en sueños

3.
Camibaba por el pasillo del centro comercial mirando hacia la baranda, cuando me encontré contigo de frente. Tú caminabas en sentido opuesto con un grupo de amigos, entre ellos Antonio y una chica que no logré reconocer. Te veías tan nítido, que me quedé estática de la impresión, hasta que dijiste: -Hola tú-. Te observé con detenimiento; tu cabello estaba más largo de lo acostumbrado y traías puesta una inusual franela verde limón. Entonces me acerqué y sostuve tu rostro entre mis manos para comprobar que eras real. -¿No estabas muerto?- dije. -Todo fue una farsa- contestaste. -Pero yo vi tu ataúd y me asomé a través del cristal para comprobar que tenías la cicatriz de la frente-. Comencé a llorar con desespero y te acercaste a mi para darme un abrazo. Tus brazos también eran reales. Entonces te reclamé todo el tiempo oculto, el insominio de todos y el psiquiatra de tu madre. Tu cicatriz se hizo más profunda y reíste. -¡No puede ser que se hayan puesto así por eso!. -¿Alguien lo sabe?-, pregunté. -No, sólo tú-. Entonces tomé el teléfono para descubrirte y desperté de golpe. Ahora lo sé, con esto querías decirme que no me olvide de ti.

martes, 23 de marzo de 2010

Everlong - Foo Fighters



♪And I wonder
When I sing along with you
If everything could ever feel this real forever
If anything could ever be this good again♪

lunes, 22 de marzo de 2010

Señales

Me pregunto qué habrás querido decirme con el recorrido involuntario de nuestra ruta. Con el aire lleno de canciones que me hacen recordarte y las olas de la única playa que conocimos. Me pregunto qué habrás querido decirme cuando sólo sé que eres el viento.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Lo que aún no se había ido

Dame algo que me permita levantarme de la silla, apagar la computadora y salir del edificio. Caminar por la acera que se da entre los árboles secos, hasta llegar a la parada de autobús, y sentarme en el banquito donde miraré por algunos minutos cómo los carros bajan y suben por la avenida. Y parecer que miro ajena a las idas y venidas de la ocupación, mientras me cambio los zapatos por unos más cómodos y es tan yo, que todo apunta a que es socialmente incorrecto. Dame algo que me permita contarte que antes de salir escuché sus risas dentro del salón y comencé a extrañar lo que aún no se había ido.