domingo, 31 de julio de 2011
Tom Waits leyendo a Charles Bukowski
Tenía días pensando que si un músico equivaliese, en cuanto a su creación, a un escritor,
ese sería Tom Waits a Charles Bukowski
sábado, 30 de julio de 2011
Como gatos bajo la noche
Después de darle vuelta en la cabeza
a tanto gato encerrado,
patear la calle bajo el sol,
limpiar lo que sirve y botar los escombros,
gastar las horas sin involucrarte,
revolcarse entre las letras vacías, las cuerdas llenas
y, algunas veces, el piano de Tom Waits,
intravenoso;
de tratar de hacer algo relevante con el cuerpo,
que pesa,
y sentarse sobre el techo por las noches,
para contener la ansiedad y
dejar de competir contra el propio recuerdo.
Después del vouyerismo exacerbado
y esa sincronía de la inconstancia,
de tanto trago dulce para diluir la amargura,
las batallas, que no son más que internas,
los horarios, la falta de ellos,
el exceso de aclaratorias,
la percepción equívoca y la conjetura;
es necesario apartarnos de las preguntas,
del pánico
y la obsesión por resolver los enigmas,
dejar atrás los sueños grises,
que fueron nuestra mayor tortura,
ver más allá de lo certero,
que suele ser lo más simple,
esperarnos al final de los tiempos
y buscar el regreso desde el menester de la calma.
Para dejar de ser gatos pardos
que camuflajean sus párpados bajo la noche
y que esperan abrir sus ojos para encontrarse
con el tacto de una mano de terciopelo.
a tanto gato encerrado,
patear la calle bajo el sol,
limpiar lo que sirve y botar los escombros,
gastar las horas sin involucrarte,
revolcarse entre las letras vacías, las cuerdas llenas
y, algunas veces, el piano de Tom Waits,
intravenoso;
de tratar de hacer algo relevante con el cuerpo,
que pesa,
y sentarse sobre el techo por las noches,
para contener la ansiedad y
dejar de competir contra el propio recuerdo.
Después del vouyerismo exacerbado
y esa sincronía de la inconstancia,
de tanto trago dulce para diluir la amargura,
las batallas, que no son más que internas,
los horarios, la falta de ellos,
el exceso de aclaratorias,
la percepción equívoca y la conjetura;
es necesario apartarnos de las preguntas,
del pánico
y la obsesión por resolver los enigmas,
dejar atrás los sueños grises,
que fueron nuestra mayor tortura,
ver más allá de lo certero,
que suele ser lo más simple,
esperarnos al final de los tiempos
y buscar el regreso desde el menester de la calma.
Para dejar de ser gatos pardos
que camuflajean sus párpados bajo la noche
y que esperan abrir sus ojos para encontrarse
con el tacto de una mano de terciopelo.
martes, 26 de julio de 2011
jueves, 21 de julio de 2011
martes, 19 de julio de 2011
Incredulidad y Canibalismo
I
De repente me quedo estática y fría, con los ojos más abiertos que nunca. Incrédula ante la realidad que se hace, momentáneamente, más impalpable que de costumbre. Como si la consciencia de estar viva me alienara, y la materia se volviera inerte. Una consciencia sobrehumana del entorno y la agudización de los sentidos, que lo vuelven casi etéreo.
Que me hace pensar de dónde salieron estas cicatrices, este ceño fruncido que parte la frente por la mitad, esta tristeza profunda y este gris sobre el cabello. Cómo fue que el mundo se hizo más solo que antes, y en qué momento tu brazo y los de muchos otros, dejaron de ser capaces de alcanzarme. ¿Cuándo te quedaste callado? ¿o acaso fui yo quien se volvió incapaz de oírte decir, que: no hay que dejarse caer, porque la felicidad no depende de otra cosa más que uno mismo?.
II
Nadie está exento. Algo que nunca me dijeron, pero que aprendí de todas formas, es que todos arrastramos nuestras propias dolencias. Que este estilo de vida nos está matando. Y ya no es suficiente comer bien y hacer ejercicio para sobrevivir, porque el corazón también cobra la infelicidad. Que este cuarto no es más que un piso vacío y la ciudad es una selva en guerra habitada por caníbales.
De repente me quedo estática y fría, con los ojos más abiertos que nunca. Incrédula ante la realidad que se hace, momentáneamente, más impalpable que de costumbre. Como si la consciencia de estar viva me alienara, y la materia se volviera inerte. Una consciencia sobrehumana del entorno y la agudización de los sentidos, que lo vuelven casi etéreo.
Que me hace pensar de dónde salieron estas cicatrices, este ceño fruncido que parte la frente por la mitad, esta tristeza profunda y este gris sobre el cabello. Cómo fue que el mundo se hizo más solo que antes, y en qué momento tu brazo y los de muchos otros, dejaron de ser capaces de alcanzarme. ¿Cuándo te quedaste callado? ¿o acaso fui yo quien se volvió incapaz de oírte decir, que: no hay que dejarse caer, porque la felicidad no depende de otra cosa más que uno mismo?.
II
Nadie está exento. Algo que nunca me dijeron, pero que aprendí de todas formas, es que todos arrastramos nuestras propias dolencias. Que este estilo de vida nos está matando. Y ya no es suficiente comer bien y hacer ejercicio para sobrevivir, porque el corazón también cobra la infelicidad. Que este cuarto no es más que un piso vacío y la ciudad es una selva en guerra habitada por caníbales.
martes, 12 de julio de 2011
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