Ella estaba entrando en el estacionamiento cuando él caminaba de regreso, volteó hacia su auto, la miró brevemente y le regaló una sonrisa. Ella se sonrojó y viró el rostro, tratando de que él no lo notara y continuó manejando para estacionarse.
No fue nada -pensó, tratando de evitar que la cabeza comenzara a darle vueltas con ideas románticas, como el amor a primera vista, que le era familiar de las novelas que leía.
No fue nada, estoy escuchando muchas canciones de Arjona - se dijo.
Al siguiente día, cuando entraba al estacionamiento, lo vio caminando de salida. Le dio un vistazo rápido y viró el rostro hacia el frente, tratando de disimular. Él siguió caminando y cuando creyó que no podía verlo, la miró de reojo con los ojos brillantes y sonrió de nuevo.
Ella se dio cuenta de la sutileza.
No fue nada - pensó otra vez- debe ser nuevo en la empresa. La gente que está llegando por primera vez a un lugar, siempre es más abierta a conocer a los demás, es más amable.
Aún no se ha contaminado con la rutina.
Por un momento, tuvo la idea de averiguar quien era, pero desistió.
Prefería el misterio de la vida que sucede por sí sola.
Un día, su jefe le pidió que bajara al sótano para recibir unos paquetes. Se montó en el ascensor con desgano y se fue al depósito.
¿Cuántos son?- Le preguntó al encargado.
69 empaques- respondió.
¿Hay espacio en el depósito?-
En la parte de adentro, pero no tengo las llaves. Las tienen los del piso de arriba. ¿Puedes subir a buscarlas? -
Está bien, ya regreso - dijo ella.
Una vez arriba, el gerente le pidió que no se preocupara. Los empleados de servicios buscarían las llaves y harían el conteo de los 69 paquetes. La chica salió de la oficina y caminó por el pasillo. Y entonces, lo vio entre la gente. Hizo como si nada y se dirigió hacia la puerta rápidamente, disimulando. Cuando puso la mano sobre la manilla, sintió una mano sobre la suya.
Disculpa - dijo él.
No te preocupes - respondió nerviosa. No se había dado cuenta de que seguía allí.
Se subió en el ascensor y marcó el piso 1. Él la siguió y se montó.
¿Vas para planta baja? - le preguntó.
No, para el piso 1.
Mientras bajaban hubo un breve silencio, pero la chica lo sintió eterno.
Cuando las puertas del ascensor estaban a punto de abrirse, una voz la sacó de sus pensamientos.
La semana ha pasado rápido, ¿no crees? - dijo.
A mi me pareció eterna -, contestó.
Entonces las puertas terminaron de abrirse, ella se bajó presurosamente y se fue a su oficina con paso acelerado.
No fue nada -pensó, tratando de evitar que la cabeza comenzara a darle vueltas con ideas románticas, como el amor a primera vista, que le era familiar de las novelas que leía.
No fue nada, estoy escuchando muchas canciones de Arjona - se dijo.
Al siguiente día, cuando entraba al estacionamiento, lo vio caminando de salida. Le dio un vistazo rápido y viró el rostro hacia el frente, tratando de disimular. Él siguió caminando y cuando creyó que no podía verlo, la miró de reojo con los ojos brillantes y sonrió de nuevo.
Ella se dio cuenta de la sutileza.
No fue nada - pensó otra vez- debe ser nuevo en la empresa. La gente que está llegando por primera vez a un lugar, siempre es más abierta a conocer a los demás, es más amable.
Aún no se ha contaminado con la rutina.
Por un momento, tuvo la idea de averiguar quien era, pero desistió.
Prefería el misterio de la vida que sucede por sí sola.
Un día, su jefe le pidió que bajara al sótano para recibir unos paquetes. Se montó en el ascensor con desgano y se fue al depósito.
¿Cuántos son?- Le preguntó al encargado.
69 empaques- respondió.
¿Hay espacio en el depósito?-
En la parte de adentro, pero no tengo las llaves. Las tienen los del piso de arriba. ¿Puedes subir a buscarlas? -
Está bien, ya regreso - dijo ella.
Una vez arriba, el gerente le pidió que no se preocupara. Los empleados de servicios buscarían las llaves y harían el conteo de los 69 paquetes. La chica salió de la oficina y caminó por el pasillo. Y entonces, lo vio entre la gente. Hizo como si nada y se dirigió hacia la puerta rápidamente, disimulando. Cuando puso la mano sobre la manilla, sintió una mano sobre la suya.
Disculpa - dijo él.
No te preocupes - respondió nerviosa. No se había dado cuenta de que seguía allí.
Se subió en el ascensor y marcó el piso 1. Él la siguió y se montó.
¿Vas para planta baja? - le preguntó.
No, para el piso 1.
Mientras bajaban hubo un breve silencio, pero la chica lo sintió eterno.
Cuando las puertas del ascensor estaban a punto de abrirse, una voz la sacó de sus pensamientos.
La semana ha pasado rápido, ¿no crees? - dijo.
A mi me pareció eterna -, contestó.
Entonces las puertas terminaron de abrirse, ella se bajó presurosamente y se fue a su oficina con paso acelerado.