miércoles, 27 de mayo de 2009
martes, 26 de mayo de 2009
La chica del vaso de agua
- ¿Te refieres a alguien del cuadro?
- No, quizás un chico con el que ella se cruzó y le dio la impresión de que los dos se parecían.
- ¡Ah! ¿Es decir que ella prefiere imaginarse una relación con alguien ausente, que tener una con los que están a su lado?
Fragmento de la película Amelié
lunes, 25 de mayo de 2009
Con los dedos en las llagas
No puedo evitarlo, siempre me llama con insistencia. Al igual que Santo Tomás, necesito meter los dedos hasta tocar las llagas, no dejar cabida a las dudas, exponerte, torturarme. Deja de buscarle las 5 patas. Acuérdate de lo que mató al gato: la curiosidad. Si así es, moriré pronto, lo presiento. Es la obsesión por las certezas, la incomprensión de las insinuaciones, el miedo a asumir, la búsqueda de una prueba de que los sueños no me engañan.
martes, 19 de mayo de 2009
lunes, 18 de mayo de 2009
Lucía como ese aeropuerto
Siempre le tuvo temor a las ansias, porque las ansias la hacían actuar impulsivamente.
- Lo mejor en estos casos es no hacer nada; la próxima vez me acostaré a dormir-, se dijo en muchas oportunidades, hasta que la frase se convirtió en su ley de vida. Y sin quererlo, Laura comenzó a sentir una angustia muy profunda cuando él le dijo que debía marcharse; esta vez, sin regreso.
-No me gustan los finales-, se escuchó diciéndole antes de abrazarlo en el aeropuerto. A él parecía no importarle, recibió sus brazos, la miró rígido y se despidió en seco.
-¿Cómo lo haces?-, le dijo Laura, -¿cómo puedes estar tan calmado?
- Porque no está en mis manos hacer nada-, le contestó.
Ella sentía ganas de llorar, pero no lo hizo; sentía ganas de besarlo, pero se contuvo. No debía evidenciarse, a sabiendas de que no recibiría nada a cambio. Ya le había pedido demasiadas veces que se quedara y nunca obtuvo una respuesta positiva. Para Laura, todo estaba dicho.
Él se fue sin mirar atrás. Ella lo vio partir con el corazón destrozado. Y la vida se le pareció a esos adioses y tumbas de los que había leído alguna vez. Todo lucía como ese aeropuerto, del que con frecuencia partían sus allegados, mientras ella permanecía en la sala de espera, aguardando por el regreso de alguno o por la congelación en el tiempo.
jueves, 14 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
A veces te veo en sueños
A veces te veo en sueños. Te asomas hacia adentro de mi ventana y me miras sin expresión. "Dijiste que tenías algo importante que decirme", comentas. No se me hace extraño, siempre contestabas a mis llamados cuando utilizaba esa palabra: importante. Tus ojos brillan más que nunca y no has terminado de entrar a la casa cuando yo ya te estoy abrazando, permaneces impávido y sin decir palabra. Tu contextura es la misma, tu altura tampoco ha cambiado. Pienso en tus piernas, pero no digo nada, te siento muy real y es lo que importa.
Terminas de entrar a mi cuarto. Instintivamente, veo un calendario: hoy es 23 de enero. Me alerto, pero intento disimularlo. Trato de distraerte para que pases el tiempo conmigo y no hagas algo de lo que podrías arrepentirte después. Te hablo, te retengo, pero sutilmente cambias el tema de conversación. Te advierto que he visto el futuro y sé lo que puede sucederte, pero no respondes. Te hablo de consecuencias y tú sólo me sonries, como si quisieras hacerme caso, pero estuvieras al tanto de que ya no está en tus manos. Yo estoy contenta de verte y no quiero que te vayas, aún cuando parece inevitable. Desapareces.
Mi vista deja de ser borrosa y tardo unos minutos en entender que se trataba de otro sueño. Todo lo que daría por verte sólo una vez más.
lunes, 11 de mayo de 2009
Conjuros, humos y fantasmas
Todas las frases contienen el tiempo. Ese enigma de lo transitorio que nunca logras resolver; esos recuerdos, que cada vez más, suponen ser historias recreadas por tu mente, palabras que logras repetir como si las hubieses memorizado, pero de las que ya no estás seguro si formaste parte alguna vez. Y aunque te aterra el desapego del olvido, reconoces que ya no podrás volver a ser lo que fuiste.
Él camina sobre tus pasos y tú caminas sobre los suyos, sin encontrarlo. Sabes que ha sentido lo mismo que tú cuando transitas por las calles grises, pensando sobre conjuros, humos y fantasmas.
Él camina sobre tus pasos y tú caminas sobre los suyos, sin encontrarlo. Sabes que ha sentido lo mismo que tú cuando transitas por las calles grises, pensando sobre conjuros, humos y fantasmas.
Mensaje en la botella
Imagino que esto es una radio y yo trato de comunicarme con el vacío:
Pssst... probando uno, dos, tres. ¿Alguien me escucha?.
De repente, todo se torna oscuro, y tengo la sensación de que el mensaje llega al espacio. La onda sonora se expande centímetro a centímetro, buscando un tímpano que la haga rebotar. Mientras lo encuentra, me siento en la libertad de preguntarle a la nada:
¿Por qué me siento tan perdida cuando estoy en el umbral?
¿Por qué cuando necesito calor humano, no se trata de cualquier calor humano?
Sino del tuyo.
La onda sigue expandiéndose centímetro a centímetro. Quizás haya un planeta en la vía que la haga devolverse o quizás, sólo se expanda infinitamente sin detenerse. En la espera, confieso que me inquietan las cartas no respondidas, las llamadas no devueltas y las dudas sin contestar, y que prefiero hacerme la idea de que no hay nadie del otro lado. Cuestión de orgullo supongo. Pero si lo hay, si estás ahí, me gustaría que me dieras una señal, como un mensaje en la botella que se devuelve hasta la orilla.
Pssst... probando uno, dos, tres. ¿Alguien me escucha?.
De repente, todo se torna oscuro, y tengo la sensación de que el mensaje llega al espacio. La onda sonora se expande centímetro a centímetro, buscando un tímpano que la haga rebotar. Mientras lo encuentra, me siento en la libertad de preguntarle a la nada:
¿Por qué me siento tan perdida cuando estoy en el umbral?
¿Por qué cuando necesito calor humano, no se trata de cualquier calor humano?
Sino del tuyo.
La onda sigue expandiéndose centímetro a centímetro. Quizás haya un planeta en la vía que la haga devolverse o quizás, sólo se expanda infinitamente sin detenerse. En la espera, confieso que me inquietan las cartas no respondidas, las llamadas no devueltas y las dudas sin contestar, y que prefiero hacerme la idea de que no hay nadie del otro lado. Cuestión de orgullo supongo. Pero si lo hay, si estás ahí, me gustaría que me dieras una señal, como un mensaje en la botella que se devuelve hasta la orilla.
lunes, 4 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)